Había una vez un niño llamado Juan, que vivía en un pequeño pueblo donde la tradición de Halloween era muy importante. En esa noche de brujas, se disfrazaban y salían a pedir dulces.
Un año, mientras recorría las calles, Juan encontró una calabaza diferente a todas las demás, brillaba en la oscuridad y parecía que tenía vida propia. Sin dudarlo, la tomó y se la llevó a casa.
Al llegar, la calabaza empezó a moverse y a hablar, Juan se sorprendió tanto que no podía cerrar la boca. La calabaza le explicó que estaba encantada y que esa era la noche especial en la que podía ser libre por unas horas.
Juan estaba emocionado y decidió que lo mejor era llevar a su nueva amiga a la fiesta del pueblo. La calabaza disfrutó de la música, bailó y se divirtió como nunca.
Después de un rato, la fiesta acabó y la calabaza debía regresar a su hogar en el campo. Juan estaba triste porque no quería despedirse de ella, pero la calabaza le prometió que siempre estaría con él en cada Halloween.
Desde entonces, cada año Juan salía disfrazado con su calabaza encantada a su lado y se divertían juntos en las noches de Halloween.
Así terminó la historia de la calabaza encantada, un cuento de misterio y amistad que seguro te encantará.