Cuento 1: «La Tortuga y la Liebre»
Érase una vez, en un bosque muy lejano, una tortuga y una liebre. La liebre era muy rápida y siempre se burlaba de la tortuga por ser tan lenta. Un día, la liebre retó a la tortuga a una carrera. La tortuga, aunque sabía que era lenta, aceptó el desafío.
La carrera comenzó y la liebre corrió tan rápido que la tortuga pensó que nunca podría ganar. Pero después de un rato, la liebre se detuvo a descansar y se quedó dormida. La tortuga, sin detenerse, siguió adelante y finalmente llegó a la meta. La liebre se despertó y corrió tan rápido como pudo, pero ya era demasiado tarde. La tortuga había ganado la carrera.
La moraleja de esta historia es que la constancia y la perseverancia son más importantes que la habilidad natural. Si trabajas duro y sigues adelante, incluso si eres lento al principio, puedes llegar a la meta.
Cuento 2: «La Cenicienta»
Había una vez una chica llamada Cenicienta que vivía con su malvada madrastra y sus dos hermanastras. Cenicienta era una sirvienta que nunca salía de la casa y siempre estaba trabajando para su familia. Un día, el príncipe anunció que iba a dar una gran fiesta y que todas las chicas del reino estaban invitadas.
Cenicienta quería ir a la fiesta, pero su madrastra y hermanastras la obligaron a quedarse en casa y trabajar. Pero gracias a un hada madrina, Cenicienta tuvo un vestido mágico y pudo ir a la fiesta. Allí, conoció al príncipe y bailaron juntos toda la noche.
Después de la fiesta, Cenicienta se fue corriendo y dejó su zapato de cristal. El príncipe la buscó por todo el reino hasta que llegó a su casa y se encontró con Cenicienta. Al ponerle el zapato de cristal, supo que era ella y la llevó al castillo para casarse.
La moraleja de esta historia es que no importa la posición social o la apariencia, lo que importa es la belleza interior y la bondad en el corazón. También nos enseña que nunca debemos rendirnos y siempre debemos seguir nuestros sueños.