Había una vez un pueblo muy pequeñito llamado Sequito, que era tan chiquito que no aparecía en ningún mapa. Pero eso no impedía que fuera un lugar muy especial y lleno de magia.
En este pueblo, vivía un joven llamado Benito, que siempre tenía dificultades para conciliar el sueño. Cada noche, después de acostarse, se quedaba pensando en mil cosas y no podía cerrar los ojos.
Un día, un anciano sabio le contó un cuento que le ayudaría a dormir: se trataba de la historia de un caballero que tenía que vencer a un dragón para salvar a su amada princesa. Pero, en vez de luchar contra el fiero animal, el caballero decidió cantarle una dulce canción de cuna que lo hizo dormir profundamente.
Benito quedó encantado con la historia y decidió ponerla en práctica esa misma noche. Se acostó en su cama, cerró los ojos y empezó a cantarle una tierna canción al dragón que lo atormentaba en su mente. Poco a poco, las imágenes que lo mantenían despierto se fueron desvaneciendo, y Benito se sumergió en un sueño reparador.
Desde entonces, todas las noches, Benito cantaba su canción de cuna al dragón y lograba dormir plácidamente. Y así, el pequeño pueblo de Sequito se convirtió en un lugar donde se contaban las historias más mágicas y misteriosas para dormir a los niños y hacer que sus sueños fueran dulces e inolvidables.