En el cuento «La liebre y la tortuga», la liebre era una animal vanidoso que se jactaba constantemente de su velocidad ante su amiga la tortuga. Un día, la tortuga le propuso una carrera a la liebre y, confiada en su rapidez, esta aceptó. Durante la carrera, la liebre se burló de la tortuga y se quedó dormida antes de llegar a la meta. Mientras tanto, la tortuga avanzaba lentamente pero sin detenerse. Al despertar, la liebre se dio cuenta con horror que la tortuga se encontraba cerca de la meta, por lo que salió corriendo con todas sus fuerzas, pero ya era tarde: la tortuga había ganado la carrera. De esta manera, la liebre aprendió que no hay que burlarse de los demás y que el exceso de confianza puede ser un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos.